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Crónicas de la Justicia

El Hormiguero resiste el desalojo

En una rambla de Los Hornos, un camión que había sido un colectivo de línea fue acondicionado como centro cultural. El Municipio amenaza con un desalojo judicial. Desde el Hormiguero Cultural juntaron firmas, pero aún no recibieron una respuesta definitiva.   

Por: Bernardita Castearena
Foto: Nico Freda
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Lautaro Albregonthi estaba cortando el pasto cuando vio llegar a una persona con papeles en la mano. Era la mañana del 30 de octubre del 2017 y el hombre que se presentó como «Juancito» dijo que lo habían mandado desde la Secretaría de Convivencia y Control Ciudadano. A los pocos minutos sacó un papel y lo notificó de una denuncia: un vecino anónimo se había quejado de un colectivo que otras personas «descartaron» sobre la rambla de 68 y 131, en Los Hornos.

En realidad, Lautaro y un compañero le explicaron que el colectivo, al que ellos llaman cariñosamente como «bondi», no estaba abandonado. Explicaron, en efecto, que allí adentro, desde abril de este año, funciona un centro cultural. El empleado municipal dejó la notificación y se fue.

El Hormiguero Cultural es una organización social que trabaja con niños y adolescentes haciendo talleres y actividades en diferentes espacios de Los Hornos. El colectivo es un micro de línea viejo y sin motor que los militantes compraron y remolcaron hasta la rambla, en 68 y 131, para convertirlo en una biblioteca popular.

Los pibes más chicos lo pintaron y los más grandes le hicieron ventanas nuevas y arreglaron el techo. La rambla funciona como lugar de reunión y ensayo de la batucada “Boom batuke”, que está en el barrio hace 17 años.

Gabriel Bello tiene 24 años y forma parte de la batucada desde que tenía 8. Está sentado en el único sillón que hay adentro del «bondi». A su alrededor hay libros tirados, ruedas pintadas y un par de bolsas de comida. Mientras habla, unos chicos juegan al fútbol y a pocos metros pasa una camioneta de Control Urbano.

Gabriel piensa que la denuncia anónima es un «invento» de la Municipalidad de La Plata para desalojarlos.

—Los vecinos siempre fueron los primeros en venir a cada una de nuestras actividades. Ellos nos apoyan.

No es el único centro cultural que, en los últimos tiempos,  denuncia una «persecución judicial». Desde que Julio Garro asumió como intendente, en diciembre de 2015, otros espacios culturales y sociales han estado en alerta de cierre por el aumento de los servicios públicos y por no poder cumplir con nuevos requisitos institucionales.

Sin ir más lejos, en agosto de 2017 «El Hogar de la Madre Tres Veces Admirable», como se llama a la obra del padre Carlos Cajade,  fue uno de los lugares más afectados por el tarifazo. La “chancha” de YPF, que usan para abastecerse en el hogar de Villa Garibaldi, genera un gasto de casi 35 mil pesos por mes. Y dicho gasto, admitieron los responsables de la obra, no entra en el convenio realizado con el municipio. De ese modo, para pagar la deuda tienen que usar los fondos que destinan para el cuidado y la protección de los niños.

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Dos días después de la notificación de denuncia, “Juancito” volvió con un «acta de comprobación» que decía lo siguiente: “Al momento de la inspección se verifica micro sobre rambla. Se solicita el retiro dando un plazo no mayor a siete días hábiles. En caso contrario se actuará según la ley vigente”.

Luego pasó un patrullero y sacó fotos del colectivo.

Ana Cuneo es otra de las integrantes de “El Hormiguero Cultural”. No es abogada pero, como muchos de sus compañeros, se está asesorando para entender las cuestiones legales.  Explica que en la denuncia existen varias irregularidades: en primer lugar. no se trata de una orden de desalojo firmada por un juez, sino de un acta que viene desde la Municipalidad. Además, el acta expresa  “tendrán que actuar acorde a la ley vigente” pero, según explica Ana, «dejaron en blanco el lugar donde deberían aparecer las disposiciones vigentes sobre las cuales actúan».

Al tratarse de un espacio público, el lugar que ocupa “El Hormiguero Cultural” en la rambla carece de respaldo legal. El reconocimiento de la delegación de Los Hornos y de los vecinos, en rigor, es de palabra. Los integrantes del Hormiguero empezaron a organizarse: juntaron firmas y buscaron apoyo de otros colectivos sociales. Aspiran a que la comuna platense los reconozca como un centro cultural.

No es la primera vez que la Municipalidad irrumpe en el barrio con una lógica represiva. En febrero de 2016, cuando «el bondi» no existía y faltaban pocos días para festejar el carnaval, la intendencia de Garro mandó a descartar la basura de tres camiones al lado del escenario. De un momento para otro, la decoración para el carnaval quedó tapada por la podredumbre que emanaba de la basura. En señal de protesta, los vecinos cortaron la calle 31 e improvisaron un festejo.

Cuando recibieron las notificaciones de la denuncia, lo primero que hicieron desde «El Hormiguero Cultural» fue acercarse a la Secretaría de Cultura. Luego enviaron cartas al municipio dando información sobre los talleres y las actividades cotidianas del centro cultural. Nadie, aún, les dio una respuesta.