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Violencia institucional

La Plata

Miguel Bru: 25 años sin saber dónde está

Una cronología de los hechos más importantes en una causa que, si bien condenó a los máximos responsables por la tortura y muerte del ex estudiante de Periodismo, todavía sigue inconclusa. Hasta que no encuentre los restos de Miguel, Rosa Bru, su madre, dice que no va a descansar en paz.

Por: Julieta Ferrari
Foto: Matías Adhemar
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16 de agosto de 1993

A Miguel le decían “Miga”. Esa mañana salió de su casa en 69 e 1 y 115 donde vivía con sus amigos y se dirigió hasta el campo de unos conocidos en Magdalena. Allí la iba a esperar a su novia, Carolina, quién llegaría el 17 de agosto a la ciudad de La Plata.

17 de agosto de 1993

Ramón Ceresetto, suboficial de guardia de la comisaría 9na, da ingreso a un detenido a las 19 y luego salida a las 2 de la madrugada. Horas más tarde, borró el nombre en el libro de actas.

18 de agosto de 1993

Cuando Carolina llegó a la ciudad, el Chino Vázquez, que vivía en 69, la acompañó hasta el campo de Magdalena donde Miga la esperaba. Cuando se arrimaron, la puerta estaba entreabierta; había restos de comida y también cenizas y calor, como si el fuego se hubiese extinguido segundos antes. «Miguel debe estar por volver», pensaron, y se quedaron a esperarlo. Miguel nunca volvió.

19 de agosto de 1993

Guillermo Bru comenzó a preguntar entre sus amigos si alguien había visto a su hermano mayor. Ante la respuesta negativa, junto a Carolina decidieron buscarlo por el campo. Pensaron que Miguel podría haber ido a pescar al arroyo Zapata, en Punta Blanca, a 10 kilómetros de la casita.

Camino al río se encontraron con Rojas, un pescador que vivía frente a la ruta, y tras preguntarle si lo habían visto, el hombre respondió: “Sí. Lo vi pasar el martes 17 tipo dos de la tarde, pero después no lo vi más».

20 de agosto de 1993

–Ma, está la bicicleta y la ropa de Miguel, pero Miguel no está.

Guillermo le contó a su mamá que habían encontrado un «montoncito» de ropa junto al río. Pero, de esas prendas, sólo reconocieron las medias.

Fue entonces cuando Rosa hizo la denuncia en la comisaría de su barrio. Le dijeron que “no era competencia de ellos” y la derivaron a Bavio.

En el camino pasaron por la casita dónde Miguel había esperado a Carolina. Allí Rosa encontró en una silla el jean doblado costura con costura, un calzoncillo y un par de medias. “Y yo voy a sostener hasta que me muera que esa ropa no la doblo Miguel”, dijo Rosa luego, en declaración judicial.

En Bavio la rebotaron y la mandaron a la comisaría del Puertode Plata. Y de allí a la tercera de Berisso. Ninguna comisaría quiso tomarle la denuncia.

21 de agosto de 1993

Luego de varias vueltas, Rosa finalmente realizó la denuncia en la comisaría de  Villa Arguello.

—No me diga que su hijo es el que vive en 69 —preguntó el oficial y Rosa asintió —. Sabe usted que ellos tenían que dejar la casa, ¿no?

—Yo no estoy acá por la casa. Estoy acá por mi hijo: quiero saber dónde está.

22 de agosto de 1993

El Juez a cargo de la causa, Amílcar Vara, ordena un rastrillaje en Punta Blanca, con caballería y los bomberos. No encontraron nada.

Rosa, convencida de que su hijo podría haber tenido un accidente, recorría los hospitales todos los días.

—Una vez me llamaron del Hospital de Romero, que había una persona accidentada. La enfermera me preguntó si tenía alguna herida para reconocerlo. Tenía dos cicatrices en el vientre: una de apendicitis y otra de una hernia. La enfermera levantó la sábana y el cuerpo no tenía nada. En el hospital ya me conocían. Era tanta la insistencia que me tenían que enseñar que no estaba ahí.

Los rastrillajes realizados durante ese año no dieron ningún resultado. Hubo varias denuncias anónimas. Pero ninguna era sobre Miguel.

Hasta que una información llegó a los oídos de Rosa. Celia Jiménez, hermana de un preso detenido en la comisaría 9na de La Plata, dijo que la policía había detenido a Miguel. Y que el sargento López lo había matado.

Con ese dato, Rosa esperó durante tres jueves junto a la comisaría para dar con la mujer alta y morocha. Cuando la vio salir, la enfrentó con un repórter escondido en la cartera.

 Esa tarde, Celia le confesó que su hermano vio cuando metían en el baúl de una camioneta a Bru, y le gritó a López: “Negro, ¡¿qué le hiciste al pibe?!”.

Junio de 1995

El Juez a cargo de la causa, Amílcar Vara, dispuso la detención de Justo López, el sargento de la comisaría 9na.

Cuando Celia Jiménez testificó en el juicio, miró a López y le dijo: “Hacete cargo de lo que hiciste».

Octubre de 1995

El Juez Vara había sido denunciado por varias irregularidades cometidas durante el desempeño de sus funciones. En total fueron 27 causas penales las que tuvo a su cargo, entre ellas, la muerte del albañil Andrés Núñez. En la causa por la desaparición de Miguel, Vara encubrió y actuó en complicidad con la policía.

El Juez Szelagowski tomó el caso de Miguel; reanudó los rastrillajes y la búsqueda del cuerpo. Así como también elevó la causa a juicio.

Mayo de 1996

Szelagowski ordenó la detención de Walter Abrigo, subcomisario, por “tortura seguida de muerte”; y la de Juan Ojeda, comisario de la 9na, por presunto encubrimiento.

Diciembre de 1996

El fiscal Octavio Sequeiros pidió el sobreseimiento de los policías imputados, al no acreditarse el cuerpo del delito.

Septiembre de 1997

La causa pasó a la fiscal María Scarpino, quién pidió prisión perpetua para los policías detenidos y tres años de pena para los procesados por encubrimiento.

En el juicio oral testificaron varios presos que estaban detenidos la noche del 17 de agosto de 1993. Se probó que Miguel Bru fue detenido ilegalmente y torturado hasta su muerte en la comisaría 9na de La Plata.
Justo López y Walter Abrigo fueron condenados a cadena perpetua. A Juan Ojeda y a Ramón Ceresetto se les otorgaron dos años de pena por complicidad y encubrimiento.

17 de agosto de 2018

Se cumplen 25 años de la desaparición de Miguel Bru y todavía no aparecen sus restos.

—La causa quedó trabada mucho tiempo por la culpa del fiscal Cartasegna -dice ahora Rosa-, que desestimaba los datos que nos llegaban. Entonces, hubo varios testimonios sobre el paradero de Miguel y Cartasegna no les dio el lugar.

La investigación judicial aún no dio ningún resultado sobre la búsqueda de los restos. Pero Rosa dice que no va a bajar los brazos. Hasta que encuentre a su hijo.

—Lo que estamos pidiendo son testigos. Alguien que diga donde está Miguel.