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Lesa Humanidad

«Cuando desapareció López pensé en irme del país»

A doce años de la desaparición del testigo y sobreviviente de la dictadura Jorge Julio López,  Perycia entrevistó al juez que consideró clave su testimonio para condenar a Miguel Etchecolatz y otros genocidas por crímenes de lesa humanidad.  «Con la desaparición de López quisieron dar un golpe definitivo a los derechos humanos pero consiguieron lo opuesto», dijo el ex presidente del Tribunal Oral en los Criminal Federal 1 de La Plata, Carlos Rozanski.

Foto: Matías Adhemar
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El 18 de septiembre de 2006 Julio López desapareció luego de salir de su casa de Los Hornos. Se dirigía al centro de La Plata a escuchar la sentencia de un juicio que fue histórico: el que condenaría al mayor jerarca vivo de la policía Bonaerense, Miguel Osvaldo Etchecolatz. Era el primero que se iniciaba luego de que fueran declaradas nulas las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y la Corte Suprema las declarara inconstitucionales.

Su testimonio en ese juicio había sido tan impactante desde lo emocional como fundamental en lo jurídico:  detalló cómo el propio Etchecolatz dirigía y ejecutaba las sesiones de tortura y los asesinatos. Además él vio con sus propios ojos las ejecuciones de Patricia Dell’Orto y Ambrosio De Marco. Los jueces consideraron clave su aporte para lograr la condena de los genocidas.

A doce años de la desaparición de Jorge Julio López, el ex juez Carlos Rozanski habló con Perycia, contó detalles inéditos de aquel momento y reflexionó desde el presente sobre la importancia de su memoria en los espacios sociales.

– Pasaron más de diez años, ¿qué se te viene a la cabeza cada vez que se cumple un nuevo aniversario de su desaparición?

-Sin dudas es una fecha importante en lo personal, y lo que pasó fue definitorio en la medida que marcó un antes y un después en los juicios de lesa humanidad. Recuerdo que el día que desaparece López estaba por empezar la audiencia de alegatos y una abogada me pidió que empezara más tarde. Luego otra me pidió un retraso, y más tarde, un tercer pedido de demora. Ahí empecé a preocuparme. Estaban Guadalupe Godoy, Miryam Bregman y después Adriana Calvo dijo: ´López desapareció´. Y entonces le contesté: ´Mirá, si López desapareció, yo me voy de la Argentina´. Es lo que se me ocurrió decir en el momento. En esa fracción de segundo, la respuesta fue producto de ese hecho inesperado de que un testigo desapareciera en democracia.

-¿Y por qué pensás que se te ocurrió decir eso?

-La sensación de no habitar un país vivible. No sentí temor en lo personal, porque sentía que estaba haciendo algo tan trascendente como juzgar a genocidas que eso era más importante que mi vida. Ahora, con la distancia, creo que lo que sentí fue la manifestación del horror, el espanto ante aquella brutalidad. Lo de López fue un atentado contra el Estado de ese momento.

-¿Cómo fue eso?

-Claro, un golpe a lo que representaba el Estado argentino juzgando en democracia al genocidio de los ´70. Para trazar una comparación, hoy estamos viviendo lo opuesto, porque quienes representan el Estado no sólo son gente que se enriqueció y se representa ideológicamente con la dictadura, sino que no quieren que continúen los juicios de lesa humanidad.

-¿Cuál es la dimensión social de la desaparición de López hasta hoy?

-Hay dos áreas de la tragedia: una es la personal, la de él y de su familia, es una segunda desaparición, desaparició después de declarar lo que había vivido, es una dimensión brutal; y la otra es la dimensión social. Cuando desapareció López, el efecto fue el contrario: López se transformó en un emblema, los juicios no se pudieron borrar, y su imagen quedó fijada en el imaginario colectivo para seguir luchando contra la impunidad.


-Con el paso del tiempo, ¿sigue repasando su testimonio cuando declaró frente a usted? 

-Sí, dejó una huella imborrable. Fue un testimonio trascendente, no el único, pero impresiona mucho la falta de filtros para contar lo que le pasó. No tuvo miedo, ni autocensura. Hay mucha gente que por pudor, miedo u otras razones, limita lo que está relatando. López necesitó decir la verdad en toda su dimensión. No fue elegida al azar su desaparición. Por eso la importancia de seguir recordándolo en los colegios, en las facultades y en todos los espacios públicos, porque la memoria venció al acto de amedrentamiento que se buscó con su desaparición.