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Violencia institucional

Habla un sobreviviente de las balas policiales

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Tras la entrada en vigencia del nuevo Reglamento General para el Empleo de Armas de Fuego, promulgado por la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, donde se otorga carta blanca a las fuerzas federales de seguridad para disparar sin la necesidad de dar la voz de alto, en el espacio público crecen las voces de resistencia. Una de ellas es la de Rafael Cobo, estudiante de Psicología, que en 2015 salvó su vida milagrosamente después que un efectivo disparara a mansalva en un local céntrico y le perforara hígado y pulmón. “Todavía sigo con secuelas», dijo ahora en charla exclusiva con Perycia.

Rafael Cobo recibió a Perycia en su casa

Fotos: Matías Adhemar 
Publicada: 07/12/18

La voz de Rafael Cobo, 30 años, estudiante de Psicología, suena indignada. Enterado de la nueva reglamentación dictada por la ministra Patricia Bullrich, que permite a los policías disparar sin necesidad de dar la voz de alto o de responder una agresión armada, sintió que su cuerpo recordaba la fatal sensación de la noche del 29 de agosto de 2015, cuando había ido a una fiesta en un lugar céntrico de la ciudad y pocas horas después casi encuentra la muerte.

Aquella noche la pareja compuesta por Julián Sebastián Cabañas y Graciela Bonela, que se desempeñaban como efectivos de la Policía Local de La Plata –creada poco tiempo antes por el entonces gobernador Daniel Scioli-, había entrado discutiendo a los gritos al centro cultural “En eso estamos”, ubicado en 8 entre 41 y 42. Estaban de civil y habían compartido una salida nocturna. Ya era el sábado 29 de agosto de 2015 a la madrugada cuando la discusión de pareja continuó dentro del local y tomó un ribete inesperado. Después de haber sido expulsado por la seguridad del lugar, él sacó su arma reglamentaria y disparó sin tener en cuenta que en el lugar había unas cuantas personas. Pudo ser más grave, pero cierta cuota de fortuna y la pericia médica de los profesionales del Policlínico San Martín salvaron la vida de Rafael Cobo, el joven que estaba tomando algo con sus amigos dentro del local y en cuyo cuerpo impactó una de las balas.

“Tuve la suerte de poder contarla -dice Cobo a Perycia-, pero las secuelas continúan hasta hoy. La operación fue complicada, en aquel momento pasé muchos días en terapia intensiva, y después me dejó secuelas físicas importantes. Pero también me afectó en lo psicológico. Hay que pensar en las consecuencias de un disparo, por eso me da bronca esta nueva reglamentación de Bullrich, no se piensa en los efectos hacia las personas. Lo que viví no se lo deseo a nadie, y eso que el ataque del policía tuvo la suerte de no darme de lleno en los órganos vitales ni de dar en otras personas que estaban conmigo. Me costó mucho retomar los estudios en la Facultad, tuve ataques de angustia, me diagnosticaron un trastorno y empecé con un psiquiatra. Recién ahora pude retomar mi carrera de Psicología, la Facultad me ayudó mucho. Fue un calvario. Estuve más de dos años sin poder dormir más de tres horas, me afectó también en el trabajo”.

El orificio de entrada de la bala

                                                 

Rafael Cobo tenía 27 años y cursaba el cuarto año de la Facultad de Psicología cuando fue víctima del disparo. El efectivo estaba alcoholizado, de civil y usó su arma reglamentaria. El hecho aún no fue esclarecido por la Justicia. “Si bien el efectivo está preso, todavía estamos esperando el juicio –explica Cobo-. Se hizo todo muy lento. El Estado me dio la espalda, nadie salvo la Facultad me ayudó en mi recuperación, ni siquiera en un asesoramiento legal”.

El estudiante no piensa únicamente en su caso. Hace una reflexión más profunda. “No se puede atacar un problema de violencia con más violencia –analiza-. Dar más poder a la policía no es la solución. Hoy las instituciones no funcionan, es un privilegio social acceder a la educación, a la salud o al trabajo, cuando en realidad son derechos universales. Si a mí el Estado me abandonó, que soy de clase media y tuve la suerte de poder acceder a cierta educación, entonces qué pasa con los pibes que son asesinados por la policía y que por su origen social no pueden dar su versión. Alguien que nace en una villa siente la marginalidad todos los días, ¿cómo no va a delinquir alguien que está excluido?”.

Si bien la gobernadora María Eugenia Vidal no implementará la Reglamentación Bullrich en la Provincia de Buenos Aires, para Cobo lo que se transmite con la medida es un mensaje más allá de la actuación policial. “El último eslabón de la cadena son los delincuentes y si no se solucionan los problemas de fondo, no va a haber respuesta a la inseguridad –reflexiona-. Con esta medida hay un mensaje social de generar más miedo, porque a mí me da inseguridad que un policía tenga tanta licencia para matar. Siento además mucha bronca, porque se celebra un pacto de impunidad con futuros hechos perpetrados por las fuerzas”.

 Cobo enseña una de las cicatrices que le quedaron después de la operación

                       
Como ciudadano, dice Cobo, siente una “completa” indefensión ante la nueva reglamentación. “Es una mirada reduccionista caer en el delincuente, digo, sin defender los hechos delictivos, pero dar vía libre a disparar y darle más poder a la policía, esa no es la solución. Los hechos de delincuencia van a seguir ocurriendo si no se solucionan los problemas de fondo. La sensación que tengo como persona, con el nuevo reglamento, es quedar en el más absoluto desamparo”.