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Kitty Sanders: una mariposa en la jungla

En el 2006 la periodista de origen ruso se propuso hacer una nota de investigación sobre prostitución y terminó infiltrándose en ese mundo durante ocho años. Hoy, participa activamente en contra de la trata de personas como denunciante, asesora, comunicadora y miembro de organizaciones que luchan contra esa «plaga».

Por: Marcela Vázquez
Foto: Cortesía Kitty Sanders
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Kitty tiene el cabello rapado sólo en los laterales. Con el resto, de un largo de 13 años, teje una trenza con una cinta fucsia que cae sobre su hombro y le cruza el pecho. Ese es el peinado que usaban las rusas para ir a la guerra hace 900 años, es de origen vikingo. Sus ojos cambian de color, a veces se ven verdes y a veces azules. Guardan recuerdos “oscuros”, como dijo ella más de una vez, que marcaron su vida para siempre. 

La periodista de origen ruso Kitty Sanders trabaja en la lucha contra la trata de personas hace más de trece años. Comenzó su investigación entrevistando a bailarinas y prostitutas de burdeles a cambio del pago de su tiempo. Pero las chicas, por miedo, le ocultaban mucha información, o le daban una versión distinta a la realidad. Cuando se dio cuenta de que ese no era el camino para conseguir lo que quería, decidió ir más lejos. En el año 2006, le planteó a su profesor de la universidad de San Petersburgo que la tesis que quería trabajar era sobre prostitución. Él le contestó que sobre ese tema no podía investigar por la censura establecida por el gobierno de Vladimir Putin. 

“Poner el cuerpo” para la investigación

Sanders decidió hacer el trabajo por su cuenta y durante ocho años estuvo infiltrada en ese mundo. Como bailarina nocturna o modelo erótica, se incorporó a los burdeles “legales” y clandestinos, la prostitución de la calle, industria pornográfica, webcam modeling y strip clubs. Además de investigar cómo funcionaban las redes de trata, ayudaba a las chicas que quisieran escaparse. Primero se mostraba con los proxenetas como una chica leal, hasta ganar su confianza. Para ella, el factor sorpresa es la clave. 

Como practica artes marciales desde los 11 años, pudo huir junto a otras víctimas de distintos prostíbulos. Usó las técnicas de la lucha para enfrentar a los guardias, quienes, mayormente, estaban desarmados.  También fueron efectivas cuando un cliente se ponía “rudo”. 

-Yo sé cómo dañar para no matar-, dice Kitty en diálogo con Perycia. 

Durante el período que duró su investigación, la trasladaron varias veces de una ciudad a otra, inclusive de un país a otro de Europa, en los baúles de los autos de los proxenetas. Sentía que le faltaba el oxígeno tras tantas horas de viaje encerrada. Nunca se pudo olvidar del fuerte olor a nafta que viciaba el aire que respiraba. 

“La corrupción permite el transporte en el baúl de los automóviles o en grandes camiones y con documentos falsos, que no podrían hacerse con controles reales, pero sí con guardias fronterizos corruptos que los dejan pasar sin verificarlos minuciosamente”, dice Kitty. A las víctimas de trata no las dejaban permanecer mucho tiempo en un solo lugar. “Es una clásica técnica de manipulación para que las mujeres no hagan lazos sociales”, explica ella, porque sabe.

“No hay otros locos como yo que pongan su cuerpo, durante tantos años, para una investigación”, dice la periodista de 32 años. Pero mientras investigaba tenía sus límites. Una vez se negó a hacer una película pornográfica sádica y por eso el fotógrafo la tomó por atrás y comenzó a cortarla. Eran cortes superficiales, no buscaba que se desangre sino asustarla. Muchas veces fue golpeada, cortada y quemada con cigarrillos por los proxenetas mientras trabajaba como prostituta. 

– Los clientes ignoran que las mujeres muchas veces se encuentran trabajando contra su voluntad y las cosas por las que pasan- advierte Kitty. 

 

También asistió a menores víctimas de pedofilia. En Río de Janeiro, una noche advirtió que había dos nenas en el burdel donde estaba trabajando. No tenían más de 10 u 11 años y lloraban. Una de ellas la abrazó y le dijo: “No quiero ir con ese papá”, por un hombre que estaba ahí. “¡¿Ese papá”?!”, recuerda Kitty durante la videollamada con Perycia, frunce el ceño y se agarra la cabeza.  

A las niñas las habían secuestrado en un barrio de Sao Paulo. Ella no lo dudó: tomó a una en brazos y a la otra de su mano y escapó por la selva para salvarlas, hasta llegar a una ruta. Todas lastimadas, con la ropa rasgada y llenas de sangre por el filo de las ramas, hicieron dedo hasta que un camión se detuvo.

“Salva a nosotros”, le dijo Kitty al chofer. Las escondió en la parte trasera donde transportaba cerámicos. En el trayecto, el vehículo fue detenido dos veces por los policías que abrieron los portones de la caja, pero no las vieron. El conductor pudo continuar viaje y llevarlas hasta sus familias. Kitty no supo más de ellas.

– No hay nada más importante que la luz que irradia la mirada de un chico o chica rescatado, ni nada que me haga más feliz que poner fin a la tortura- dice hoy, pensando en esas niñas.

Kitty salió de ese submundo criminal en Chile, en el año 2013. Viajó a la Argentina y comenzó a hacer tratamiento psiquiátrico durante dos años, por padecer de estrés postraumático crónico. “Yo no podía ni hablar del tema, me ponía a llorar, me agarraban ataques de pánico”, dice. Actualmente, dos veces al año, debe concurrir a una clínica para ser tratada y medicada.

La lucha ya desde fuera del negocio

-Yo aprendí español en los strip clubs en los países latinoamericanos, por eso al principio mi vocabulario era muy vulgar. Después hablando con otras personas y leyendo libros lo pude hacer más grande.   

Ahora, Sanders es miembro del Comité de Expertos de la Cámara Argentina de Profesionales en Seguridad Integrada y Directora del Área de Prevención y Persecución del delito de trata y tráfico en RATT Internacional y países europeos (que es la Red Global de ONGs de América Latina y el Caribe, Asia y Europa que lucha contra la trata y el tráfico de personas, organización miembro de la OEA).

Kitty habla por Zoom, con su celular. Es domingo por la tarde, pasaron pocos días desde la primera conversación con Perycia. Ella está en su oficina. Detrás, una pared blanca, llena de cuadros y sobre el escritorio, se ven los libros de su autoría. Gira el teléfono hacia su derecha para mostrar la larga fila de reconocimientos, prolijamente enmarcados, mientras esboza una sonrisa: “Mira, no tiene fin”. Se los entregaron las instituciones que la recibieron para capacitarse en el caso de las fuerzas de seguridad, para aprender cómo evitar ser engañados por un proxeneta en el caso de los colegios, o de alguna manera reconocer su vasta labor. 

Para ella los encuentros no son lo mismo por Zoom. Le gusta el contacto cara a cara y poder sacarse fotos con los chicos, regalarles los pins que les lleva. Tenía una lista de 25 escuelas para visitar y no lo puede hacer por el cierre de las actividades tras la pandemia de coronavirus.

La entrevista se torna más relajada, pronto se rompe el hielo. Habla de cosas más cotidianas. Inclina su torso hacia adelante, coloca uno de sus brazos sobre las rodillas, sonríe y comenta que su comida preferida de la Argentina es el asado. Reconoce que le gusta mucho cocinar, lo hace desde los cinco años, le enseñó su abuela. Prepara comidas de distintas partes del mundo: rusa, alemana, peruana, argentina.

Nació en San Petersburgo, y de adolescente se fue de su hogar porque no estaba de acuerdo con la ideología de sus padres, característica  de la Unión Soviética. Según este pensamiento, la única tarea de las mujeres era casarse y tener hijos, y Kitty quería tener una buena educación y ser independiente. Esta idiosincrasia cambió cuando asumió el primer presidente democrático, Boris Yeltsin. La firma del acuerdo entre Yeltsin y los líderes de Bielorrusia y Ucrania el 8 de diciembre de 1991, hizo que la “Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas” deje de existir como sujeto de derecho internacional. 

Kitty fundó el “Proyecto Trata Zero Tolerancia” para la lucha contra el delito de trata de personas y fenómenos involucrados estrictamente a esa problemática: corrupción y crimen organizado. A dicho proyecto sumó el “Escuadrón humanitario”, para hacer llegar raciones de comida y abrigo a las personas que viven en esa situación. Ella misma, luego de irse de su hogar, tuvo que vivir en la calle. “Yo sé lo que es tener frío y hambre y que nadie se preocupe por vos”, dice.

-Tengo a mi familia acá en la Argentina, que son mis amigos y mi padrino de bautismo. No son familia de sangre sino del corazón, que muchas veces es más importante. 

Sanders practica artes marciales, nado, fisicoculturismo y tiro deportivo, y es una amante de la lectura. En sus mudanzas lo que más pesan son sus libros. “No me gustan los libros en forma electrónica, me gustan los libros en forma física para leer. No puedo leer a los filósofos Nietzsche, Kafka, Foucault, o autores como Dostoievski o Borges en libros electrónicos. Cada libro para mí tiene un carácter, un olor”, dice Kitty. 

También escribió varios. “Brotes pisoteados” sobre organizaciones juveniles progubernamentales, “Los cantos de una Rusalka”, basado en la tradición literaria pre-revolucionaria rusa combinada con vanguardismo y realismo mágico, y “Prolegómenos al libro Carne”, el texto en donde volcó sus 8 años de investigación, que llegó a ser un Best Seller. Este libro, que contiene la única investigación de ese tipo en el mundo, fue declarado de interés social por la legislatura porteña. Ahora está escribiendo el libro “Carne”, título inspirado en la película de Armando Bo. 

Hoy, su lucha contra la trata la ejerce desde muchos lugares y a través de distintas actividades, pero ya fuera del negocio: con la capacitación y asesoramiento a las distintas fuerzas de seguridad y mediante charlas en universidades a lo largo y a lo ancho del país. También recibe denuncias a través de sus redes sociales, que ella misma maneja, activa a las fuerzas policiales o de Gendarmería, una vez confirmadas, para llevar adelante los rescates y la detención de los responsables y se ocupa de la contención a las víctimas.

Kitty conoció muchas chicas que pudieron ser rescatadas y cuando quisieron reintegrarlas a sus familias no las aceptaron, por considerarlas “sucias”. Sabe, incluso, que muchas veces son las propias familias las que venden a las chicas. Y esto no cambia con el tiempo y no depende en qué país esté. 

El científico social Arkady Elistratov (1873/1874-1955), hace 100 años investigó sobre la prostitución de la Rusia zarista. En una cita de él en el libro “Investigaciones sociales de la prostitución en Rusia” de 1998 se lee este diálogo: 

«- No deberías venderte por un abrigo.

– Soy sucia, no puedo hacer otra cosa.

– No estás sucia y tienes que dejar esto.

– Si mi padre me perdonara entonces tal vez podría encontrar la fuerza para comenzar la vida de nuevo. Le escribí muchas veces, pero no contestó”. 

Kitty se sabe de memoria esa parte del libro.

El 9 de marzo de este año dio un discurso en el Congreso de la Nación, en una convocatoria por el Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras, donde se refirió a la trata como “la esclavitud del siglo XXI”. Dijo también: “Tenía falta de la esperanza de sobrevivir y de que mi cuerpo vuelva a ser mío”, en referencia a los años que duró su investigación. 

Para conseguir respaldo legal en nuestro país, se contactó con el estudio jurídico de Matías Morla, que se especializa en conflictos internacionales. Marcelo Trimarchi, uno de los letrados del estudio, fue quien la asesoró para presentar la denuncia contra una red de trata europea ante los tribunales de los países bálticos.

“Las causas están aquí, con secreto de sumario ya que están en plena investigación, no puedo revelar datos, dado que la fiscalía los mantiene bajo estricta reserva para no adelantar los pasos que se van a seguir”, explicó Matías Morla a Perycia. 

 

Kitty, en el 2017, se convirtió al catolicismo y se bautizó en el Santuario de San Cayetano, en Buenos Aires, conforme a esa religión. “Cuando trabajas en una esfera tan inmoral y oscura, involuntariamente te impregnas de esta atmósfera y no ves otra vida durante mucho tiempo, solo ves métodos criminales sucios, entonces tu propia moralidad, simplemente, puede desaparecer”, y agrega: “Eso sucede cuando algunas mujeres ingresan a la prostitución por un tiempo, con la intención de ganar dinero extra, pero después de muchos años se convierten en proxenetas”. Sanders reconoce haber delegado su moralidad interna a la figura de Dios. “Se lo di para que lo guardara durante la investigación. Esto es lo que me ayudó a no volverme loca. Mi agradecimiento a Dios fue mi bautismo”.

La periodista dice “mi país” o “nuestro pueblo” en sus conferencias cuando habla de la Argentina. Vive aquí hace 6 años, en carácter de protegida por el gobierno argentino, por las amenazas que sufrió en otros países por sus investigaciones. Le ofrecieron cambiar su identidad pero se negó. Tampoco puede volver a su país por ser una reconocida opositora al gobierno ruso, postura que plasmó en artículos que escribió en varios países.  

Dice que ama la Argentina, valora su cultura y se nacionalizó en nuestro país. Sanders es miembro de la SADE (Sociedad Argentina de Escritores) y SEP (Sociedad de Escritores de la Provincia de Buenos Aires).

Una vez instalada aquí, se había propuesto trabajar en contra del flagelo de la trata solo en Argentina, pero, en el futuro, quiere extender la práctica de combatir este problema a “los países fraternos” de América Latina.  «Me fascina el concepto de Perón de “Patria Grande”. Y a pesar de que Argentina es el alma y el centro cultural de “Patria Grande”, no podemos olvidarnos de los países hermanos, cada uno de ellos que tiene sus propias características individuales, y también sufren de esta plaga», dice Kitty. 

Actualmente está colaborando también con el gobierno de Finlandia con el acompañamiento del estudio jurídico de Morla. Se trata de un caso en el que el sex turista y tratante es nada menos que un profesor universitario. “En cuanto a Finlandia interviene la embajada argentina en Finlandia y Rusia”, explica el abogado Matías Morla a Perycia. 

Se considera autodidacta, admiradora de Evita y feminista a favor de la “mujer digna”, pero considera que los hombres y las mujeres deben luchar juntos, que el delito de trata afecta a todos. No le importan las amenazas. No se arrepiente de nada y cree que nunca nada es suficiente.